Día 169

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Este día ha sido una aventura llena de emoción y diversión, desde problemas con los frenos hasta momentos de relajación en un monte con vistas a la playa.

Comenzamos el día despertándonos en el medio del bosque, rodeados de árboles que, por supuesto, tenía que marcar como territorio propio. Mi papi y tito Javi también se despertaron, pero no tan emocionados como yo. La mañana fue más tranquila que la siesta de un gato al sol. Corrí, olfateé y persiguí mi cola como si fuera la mejor diversión del mundo mientras mis humanos preparaban el desayuno. Quién necesita frenos cuando tienes patas veloces como las mías.
Pero espera, aquí viene la parte interesante - Mi papi hizo una cara de preocupación digna de un perro cuando descubrió que los frenos y los discos de frenos de la cámper estaban más gastados que un juguete mordisqueado. ¡Pánico perruno en el aire! Pero no temáis, mi papi siempre tiene un as bajo la pata. Primero bajamos a la ciudad para recoger los medicamentos de tito Javi. Prioridades, amigos, prioridades. En la misma ciudad, encontramos un taller de Nissan que resultó ser más amigable que un bocadillo de salchicha. En menos de lo que se tarda en perseguir una pelota, cambiaron las pastillas y los discos de freno del coche a un precio que hasta yo hubiera pagado con mis huesitos de juguete. ¡Ya estábamos listos para la acción!
Continuamos nuestro viaje en coche hasta llegar a la playa de Iztuzu, donde subimos a un monte y miramos la playa como si fuéramos exploradores espaciales recién llegados a un nuevo planeta. ¡Qué vista! En la cámper "compartimos" una comida deliciosa. Mis papi siempre cocina mejor que cualquier chef canino, aunque a mí solo me da el pienso asqueroso. Después de llenarnos la panza, nos entregamos a la pereza perruna y echamos una siesta bajo el sol de la tarde. ¡Nada como una buena siesta después de una comida abundante!
La tarde se mezcló con la noche, y mientras veíamos la puesta de sol sobre la playa (bueno, en realidad no veíamos el sil)- decidimos que este lugar era demasiado genial para marcharnos. Así que aquí estamos, pasando la noche en esta maravillosa esquina del mundo, donde la única regla es divertirse y disfrutar¡
Quién sabe qué nos deparará el mañana, pero seguro que será tan emocionante como perseguir una pelota en un prado lleno de flores!

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