La lluvia no entiende de horarios ni de caminos, pero yo sí: sigo el olor de la aventura. Entre niebla, uno de los pueblos más bonitos del país y una carretera que no lleva a ningún sitio, descubrí que a veces eso es lo mejor.
viaje
Entre llamas que escupen, fotógrafos que posan y túneles que llevan de Francia a España, papi y yo vivimos un día de altura. Literalmente: más de dos mil metros de pura aventura y humor montañero.
Hoy descubrí que los “circos” de los Pirineos no tienen payasos, pero sí carteles que parecen una broma. Dos montañas, tres prohibiciones y un papi decidido a hacer fotos aunque me toque vigilar la camper. ¡Menos mal que en el Col du Tourmalet los perros sí dormimos calentitos!
Entre montañas gigantes y viento siberiano, descubrí el circo más serio del mundo: el de Gavarnie. Sin payasos, pero con rocas que hacen de público y un papi que casi se convierte en contrabandista.
Hoy nos invadió la pereza y salimos a la una, con la elegancia de quien domina el arte de no hacer nada. Lidl, diésel barato y los Pirineos asomando: un día de vagancia con vistas.
Hoy exploramos Toulouse a pata, vimos iglesias, puentes y hasta un Beluga XL de Airbus volando como un camión gigante. Terminamos la jornada a orillas del río Garonne, tranquilos y solos.
La lluvia nos tenía rodeados, Toulouse nos llamaba y el sofá nos retenía. Al final ganaron las siestas, los pensamientos de papi Edu y mi talento para no hacer nada con estilo. Un día sin rumbo, pero lleno de calma perruna.
La lluvia no nos detuvo: siestas, lavandería y aventuras perrunas por Montauban hasta encontrar nuestro refugio nocturno
Hoy hemos viajado entre la lluvia, los deyavús y las fortalezas. Papi Edu juraba que Najac le sonaba… y tenía razón. Entre piedras antiguas, maniquíes polvorientos y un sol tardío, acabamos el día en un rincón encantador llamado Bruniquel.
La lluvia nos despertó antes de tiempo y no nos dio tregua en todo el día. Entre limpiezas a chorro, paisajes sin chispa y un pueblo llamado La Fouillade, descubrí que hasta los días grises pueden tener su encanto.
Entre arcos de piedra y cuevas misteriosas, saltos, olisqueos y aventuras: un día de exploración que parece sacado de un cuento.
Hoy empezamos el día “tempranísimo” a las once, vimos un lago que no se dejaba pasear, una Venecia sin agua, un cañón de postal y acabamos huyendo de un evento misterioso hasta un claro secreto.