Día 170

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Hoy ha sido un día lleno de kilómetros, aviones restaurantes, gözleme, basura y un perro callejero con gustos cuestionables.

Bueno, aquí estábamos, en un lugar tan bonito que hasta a mí me daba pena dejarlo. Pero sabéis cómo es mi papi, siempre en busca de nuevos horizontes y lugares por descubrir. Hoy tocaban muchos kilómetros en coche, ¡es que quedan muchos kilómetros para llegar a Estambul y ya no tenemos mucho tiempo. Menos mal que las carreteras estaban en buen estado, o si no, ¡habría quejas caninas a bordo!
Pero antes de seguir os cuento algo que nos dejó a todos con la boca abierta. En medio de la carretera, de esas carreteras que parecían no tener fin, divisamos ¡un avión real convertido en restaurante! ¡Imaginados eso! Una cosa súper extraña y fuera de lugar, pero lamentablemente estaba cerrado. Me quedé con las ganas de husmear por allí y ver si quedaba alguna migaja de comida.
La aventura del día continuó y, afortunadamente, mi papi y mi tito decidieron hacer una parada en un restaurante picnic. Ahí ellos comieron algo llamado "gözleme" que, para los que no lo sepáis, es una especie de crepe relleno de cosas deliciosas. Bueno, no sé si eran deliciosas, pero olían genial. Yo, por supuesto, recibí algunos mimos y lametazos de mis humanos.
Continuamos nuestro viaje y terminamos el día en Çamlık, que está cerca de Ephesus. Estamos ansiosos por visitar este lugar histórico, pero primero, necesitamos recargar energías en una pradera en el bosque donde pasaremos la noche. Sin embargo, aquí viene el problema que lamentablemente se repite en muchos lugares de Turquía - ¡la basura! Parece que algunos humanos no tienen mucho respeto por la naturaleza y dejan su basura por todas partes. Hasta tito Javi se estaba pensando recoger un poco, pero aquí no terminaría nunca.
Mi papi pasó mucho tiempo mejorando la posición de la célula en la camioneta. Siempre está ocupado con estas cosas, pero supongo que es para que estemos cómodos. Mientras tanto mi tito y yo disfrutamos de un merecido descanso bajo el cálido sol.
Pero aquí viene la parte más interesante (o extraña) de la historia. Apareció otro perro, un callejero aventurero, que se atrevió a robar una bolsa de, digamos, la descomida de mi papi y mi tito (o sea mierda- que estaba en el parachoques delantero de la camioneta. ¡Y se lo comió! Sí, sí, lo que estáis leyendo. No entiendo a los perros callejeros a veces, pero bueno, cada uno tiene su propia idea de una buena comida, ¿verdad?

Rafa

Parece magnífico edu! Que bonitas las fotos, besitos a chuli y al otro humano!

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