Hoy salimos de nuestro rinconcito en Juuka casi a las once, rumbo al sureste. Nuestro destino: la zona de Koli. ¡Menudo sitio! Es uno de los parques nacionales más conocidos de Finlandia, famoso por sus colinas y sus vistas sobre el lago Pielinen. Yo no tenía ni idea de todo eso, pero cuando llegamos, lo entendí todo al instante.
Aparcamos arriba, en Ylä-Koli, y subimos por unas escaleras y caminos de cabra hasta un sitio que se llama Paha-Koli. El nombre suena a cosa chunga, pero en realidad es un mirador espectacular. Desde allí se ven los lagos, las islas, los bosques infinitos… ¡una postal! Eso sí, la subida no fue fácil para tito Joan, que iba con su muleta. Pero lo consiguió, porque tito es muy cabezota (como yo).
Después de disfrutar un rato largo de las vistas, bajamos de nuevo a la camper y seguimos por un camino de esos 4x4 que a nuestro coche le encantan, hasta llegar a otra torre mirador. Esta también tenía vistas alucinantes, y como justo al lado había un sitio plano, allí mismo nos quedamos a comer y descansar un rato. Yo, como siempre, al acecho de cualquier cosa que se caiga de la mesa.
A las tres y media nos pusimos otra vez en marcha. Volvimos a pasar por Juuka (¡otra vez!), pero esta vez sin parar. Hicimos más de 150 kilómetros del tirón, todo el tiempo entre bosques, lagos y pueblos tranquilos.
Y ahora estamos en un sitio muy especial para dormir: un pequeño muelle en el lago Pääjärvi. Parece un puerto improvisado, con una rampa y un poco de hierba, pero para nosotros es perfecto. Tranquilo, bonito y, por supuesto, al lado del agua. A ver si mañana hay baño o no… porque últimamente mi papi está dejando pasar oportunidades. Muy raro todo.
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