Día 114: Towney - Lough Key

De la lluvia a un baño en Lough Key y ducha fría para todos

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Hoy os cuento que nuestra gran excursión a los acantilados de Slieve League se fue al trasto antes incluso de arrancar las patas. Llovía a cántaros desde la mañana y nada de que escampase. Así que el plan de pasear por los acantilados quedó enterrado bajo un chaparrón interminable. Papi Edu se despidió de nuestros vecinos del puerto y nos pusimos en marcha a las doce y media.

Casi cien kilómetros de coche. Casi dos horas de curvas, charcos y limpiaparabrisas que no pararon de bailar. Para rematar, llegamos a un aparcamiento sin ningún encanto. Cero. Ni un arbolito decente para marcar territorio. Aquí comimos y descansamos mientras la lluvia siguió castigando la chapa de la cámper. Yo voté por declararla la enemiga pública número uno del viaje.

Cuando por fin volvimos a arrancar, tocó parada estratégica: Lidl. Ya sabéis, la despensa y la nevera lloraban de hambre. Yo también, pero de lo mío no cayó nada, como siempre. Bolsas llenas, misión cumplida.

Cuarenta minutos después llegamos al Lough Key. ¡Ah, esto ya fue otra cosa! El lago parecía sacado de un cuento: grande, con islitas repartidas como si alguien hubiera tirado un puñado de piedras al agua y se hubieran quedado flotando. Algunos humanos valientes nadaban como si nada. Y claro, papi Edu no se podía quedar atrás. Se lanzó al agua. Yo lo miré desde la orilla pensando: “Está loco, fijo que sale convertido en cubito de hielo”. Pero no, nadó quince minutos como un delfín jubilado.

Luego se dio una ducha fría en la ducha del aparcamiento. Sí, de esas que hacen llorar de frío hasta a los pingüinos. Y atención, noticia de portada: ¡Tito Javi también se duchó con agua fría! Ni yo me lo creí. Ese sí que fue un milagro digno de escribir en piedra.

Poco a poco, los otros coches y personas se están marchando. El lago se queda tranquilo, solo para nosotros. Y aquí estamos ahora, solos, oyendo el agua que se mueve suave contra la orilla y el viento entre los árboles. Un buen final de día, después de tanta lluvia y tantos kilómetros. Aquí nos quedamos a dormir, en paz total.

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