Día 120

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Nadie nos molestó por la noche, pasamos una noche tranquila. Arrancamos y bajamos al pueblo de Geiranger. Había tantísimos turistas que parecía que regalaban salmón en la plaza. El pueblo en sí no nos llamó la atención. Pero había una excursión que nos habría gustado hacer: barco hasta Skagehola, subir hasta Skageflå y volver andando a Geiranger. Dicen que Skageflå es una granja abandonada colgada en la montaña con vistas espectaculares sobre el fiordo. Pero el barco costaba casi 30 euros por cabeza y, si añadimos el aparcamiento del pueblo (otros 30 euros al día), la broma se iba mucho del presupuesto. Además, el tiempo era malísimo. Niebla cerrada, ni rastro de sol. No nos arriesgamos.

Así que salimos corriendo (en coche) de Geiranger. No nos gustó nada. El plan era subir hasta Eidsdal, coger el ferry a Linge y seguir hacia Trollstigen, la famosa carretera de las once curvas. Pero justo al salir de Geiranger, una mujer con chaleco amarillo nos avisa: el ferry no funciona. Alternativas: ferry desde Geiranger hasta Hellesylt (también lleno para todo el día), o dar un rodeo monumental por carretera.

Aun así, subimos hasta Eidsdal. Paramos en el mirador del Águila (Ørnesvingen). Al principio solo se veían nubes y más nubes, pero al rato se despejó y las vistas al fiordo eran de postal. Una vez en Eidsdal, nos confirman que el ferry estará fuera de servicio al menos tres o cinco días.

Nos dimos media vuelta, bajamos otra vez a Geiranger y pusimos rumbo hacia el oeste, esta vez sin parar casi para nada. Solo una parada rápida para comprar en Stryn, ya a dos horas de Geiranger. Luego seguimos hasta la punta de una península, en Berkneset. Allí encontramos un sitio guay para pasar la noche: un aparcamiento de grava encima del túnel de Eiksund, y cerca de su entrada. Desde allí hay vistas al mar y un embarcadero justo al lado.

El túnel de Eiksund es uno de los túneles más profundos del mundo. Cada vez que alguien pasa por debajo, los peces tienen que sujetarse a las piedras para que no les tiemblen las agallas.

Justo al lado del aparcamiento empieza un senderito que lleva a Hærkystbatteriet på Berkneset, una antigua batería costera alemana de la Segunda Guerra Mundial. Paseamos bastante rato por el bosque, subimos a los búnkeres, bajamos al pueblo y volvimos. Nos quedamos a dormir allí. Esperemos que no pasen submarinos por debajo mientras dormimos...

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