Corrige la puntuación de esta historia, escribe los números en texto (también en fechas y número de día) y escribe las horas de forma natural. No cambies nada más y deja una coma después del día de la semana en el título: . Día 10:. Serrato - Ardales. Bueno, al final no ha estado tan mal dormir bajo el olivo. Al despertar ya era de día, ¡y el sol brilla con ganas! Así que me siento un perrito feliz y contento. El día ha sido tan bonito que ni me lo creo. Después de meter todo en la mochila (y que papi no se olvidara de su café), empezamos a caminar. Más o menos media hora de marcha y ¡pum!, llegamos a una colina que era el lugar perfecto para desayunar. Papi se preparó un café y alubias en salsa de tomate, y yo, como buen perrito, me comí el pienso que ayer no me apetecía (pero con un toque de pindakaas y salsa de tomate, ¡mucho mejor!). El sitio era tan bonito, con unas vistas increíbles, que nos quedamos allí más de una hora, disfrutando como si fuéramos reyes. La caminata fue espectacular también, entre trigales, olivares y pinares. Todo tan verde y fresquito, que no podía dejar de olisquear a cada paso. Y no fue todo. En el camino me encontré con dos beagles que salieron ladrando desde una granja. Al principio, pensaba que serían esas típicas perritas tontas que te ladran por todo, pero no, ¡eran un par de simpáticas cachorritas! Después de que Edu les diera un poco de pan y la lata vacía de alubias, decidieron acompañarnos. ¡Y vaya rato más divertido! Creo que estuvimos ya a unos dos o tres kilómetros de su granja cuando, por fin, se despidieron. Me preocupé un poco porque eran tan jóvenes, tan cachorritas, que no sé si habrán vuelto a su casa sanas y salvas. ¡Ojalá! Y poco después, llegamos a Ardales, otro pueblo que es una preciosura. El hotelito es maravilloso y todo es muy cómodo. Ahora voy a dormir un rato porque más tarde vamos a conocer el pueblo, hacer unas compritas, ¡y yo a ver si encuentro esas tarrinas con paté para pusis que me hacen la boca agua! ¡Ya me veo chiquitín disfrutando de mi festín!