Día 2: (TTS)
Corrige la puntuación de esta historia, escribe los números en texto (también en fechas y número de día) y escribe las horas de forma natural. No cambies nada más y deja una coma después del día de la semana en el título: . Día 2:. Valle de Ojén - Los Barrios - San Roque. ¡Guau, equipo, aquí estoy de nuevo vivito y coleando! Eso quiere decir que ningún bicho decidió convertirme en su cena. Aunque, ojo, esta noche casi me toca enfrentarme a uno. Ya casi amaneciendo, noté algo gordo acercándose a nuestra tienda. ¿Un lobo? ¿Un jabalí? ¿Un monstruo? Quién sabe. Solté mi mejor wuwuwuf y, como buen héroe, lo mandé a correr por patas. ¡Mis rugidos no fallan! 🐾💥 ¿Y qué hicimos hoy? Pues lo de siempre: caminar, caminar y caminar un poquito más. No todo por el GR-7, eso sí. Nos levantamos tempranísimo, sobre las siete y algo. Con la linterna, papi desmontó la tienda y organizó todo. Antes de las ocho ya estábamos en marcha. El Valle de Ojén es una pasada, precioso. Eso sí, la grava de la calzada no es amiga de mis almohadillas, ¡asfalto para el presidente perruno ya! Cuando dejamos el valle, hicimos una paradita delante de un restaurante. Papi quería desayunar, pero estaba cerrado. Por suerte, apareció el dueño, un señor majo que se puso a charlar con papi. Antes de irse, nos regaló un huevo enorme, recién salido del horno... bueno, del trasero de una gallina. Calentito estaba. Pero, entre nosotros, sigo sin entender cómo algo tan rico puede salir de un pájaro tan feo. Aunque da igual, porque nunca lo sabremos: el huevo no sobrevivió al viaje en la mochila. Una pena, pero bueno. Más tarde, papi se tomó un desayuno en la cafetería de una gasolinera. A partir de ahí, la aventura se puso interesante: perdimos el sendero. No es culpa nuestra, ¡es que no ponen suficientes señales! Pero, como buenos exploradores, conseguimos llegar a Los Barrios sin problema. Los Barrios es un pueblo bonito y tranquilo. Papi se tomó algo en un bar mientras yo descansaba en modo esfinge en un parque. Después encontró un hostal en su móvil, a "solo" ocho kilómetros (solo, dice él...). Así que decidimos recortar un poco la ruta. Ahora estamos en el hostal, comodísimos. La habitación es enorme, con terraza y vistas... ¡a la autovía! Pero, oye, después de 28 kilómetros (sí, otro día épico), cualquier cama parece un paraíso. Mañana retomamos el GR-7 con energías renovadas. Por ahora, me voy a tumbar a roncar. Dormir aquí es más fácil que quitarle un hueso a un cachorro. ¡Hasta mañana, colegas! 🐾💤