Manual de instrucciones para humanos temporales
¡Hola, humano de reemplazo! Soy Chuly, sí, el perruno protagonista de esta casa rodante, de este blog y, por supuesto, de mi propia vida. Me han dicho que voy a quedarme contigo un par de días, así que para que no se te derrita el cerebro intentando adivinar cómo funciono (spoiler: no es fácil), he preparado este manual de uso y disfrute del modelo Chuly, edición limitada y con oreja doblada.
Dormir (o mi verdadera vocación)
Empecemos por lo básico: yo duermo. Mucho. Muchísimo. Prácticamente veinticinco horas al día. De noche duermo en mi propia canasta. No hace falta que esté en un altar, pero si puedes ponerla en un sitio un poco elevado, mejor (las corrientes de suelo no son para mí, que tengo ya mis achaques).
Y si hace fresquito, tápame con mi manta, por favor. Porque aunque parezca mentira, yo no sé taparme solo. Lo he intentado una vez y acabé con el culo fuera.
Ahora, si por la noche oyes un “¡yuhuuu!”, no te asustes. No es que haya visto un fantasma. Es solo que me he destapado y, muy amablemente, te estoy llamando para que vengas a taparme otra vez. Ya ves, yo no soy de pedir muchas cosas… solo las necesarias.
Durante el día me gusta el sofá de humanos, ese templo blandito. Pero suelto un poco (bueno, bastante) de pelo, así que mejor si pones un trapo, manta o funda. Lo que sea que evite que dejes tu sofá convertido en una versión peluda de ti mismo.
Comida (mi otra pasión)
Como dos veces al día. Más o menos cuando tú almuerzas y cuando cenas. Pero cuidado, si cenas tarde y me das de cenar tarde, luego me entran las ganas… y tú sabes de qué tipo. Mejor que me den de cenar antes del último paseo del día. Así todos dormimos tranquilos.
Ahora, atención porque esto es importante:
No me gusta el pienso. Ninguno. Nunca. De ninguna marca. Pero me lo como si está bien disfrazado. Papi Edu ha perfeccionado un sistema infalible que tú puedes copiar:
1. Coge una tarrina de paté, de esas para perros.
2. Usa más o menos 75 gramos, eso es media o un cuarto, según tamaño.
3. Machácalo con un tenedor y mézclalo con un poco de agua tibia.
4. Cuando tengas una sopita de paté, mézclalo con el pienso.
Así sí. Eso lo acepto, lo devoro y dejo el cuenco brillante. Entonces te miraré intensamente. No porque quiera más pienso (tampoco exageremos), sino porque sé que ahora viene el postre:
Un par de chuches del bote de chuches. Me los echas en el cuenco, como si fuera la guinda del pastel.
Y nada de comida humana, por muy rico que huela. Yo querría, claro que sí, pero hay cosas que no son buenas para los perros, y yo soy muy obediente en eso. Si se me cae un trocito cerca, me lo pensaré… pero si tú me dices que no, yo me contengo. (Más o menos. Bueno, lo intento.)
También es importante que siempre haya agua disponible en casa. No soy camello, aunque a veces parezca que puedo vivir sin moverme durante horas.
Y si tienes dudas de si quiero comer o beber, pregúntamelo. Con frases como:
– ¿Quieres que te ponga tu comida?
– ¿Quieres agüita?
Si saco la lengua: es un sí. Si no hago nada: es un no.
(No doy falsas señales. No soy político.)
Paseos (dos al día, por favor)
Me gusta salir dos veces al día a estirar las patas. Disfruto sobre todo del campo, donde hay olores, bichos, rastros, barro… vamos, lo mejor de la vida.
Siempre llevo mi correa con bolsas para recoger mis regalitos. Si estamos en ciudad y hay tráfico, correa corta obligatoria. Porque si veo un gato… bueno, digamos que los pasos de cebra no son mi fuerte.
En la naturaleza puedo ir suelto o con correa extensible, pero solo si confías en mí al cien por cien. Si no estás seguro, mejor no arriesgar. Yo soy un poco aventurero, pero tú eres el que va a tener que correr si me pierdo.
Cuando tengo un apretón, me pongo mirando la puerta de entrada. No ladro. Como mucho, lloriqueo un poco. Esa es tu señal. No es un concierto, pero es urgente.
Con otros perros, soy más de “ni fu ni fa”. Normalmente los esquivo o ignoro. Aunque a veces me da por olisquear alguno, pero eso ya lo decidiré yo. Tú solo vigila por si acaso.
Juguetes (mis imprescindibles)
Tengo tres joyas:
El osito de peluche, que en realidad es un mono (pero yo le llamo como quiero).
El pato de goma, que siempre tengo que hacer sonar antes de comer, como quien dice una oración.
Y mi pelota, aunque suele acabar persiguiéndola el humano en vez de yo. ¡Qué cosas!
Para dormir, sobre todo si estoy cerca de otros humanos o en cama ajena, a veces necesito al osito. Me da seguridad, compañía y además no ronca.
Temas serios (sin ladridos)
Estoy vacunado al día, con todo lo necesario en España:
- Polivalente
- Antirrábica
- Leishmaniosis
No tengo la vacuna contra la tos de las perreras, así que si alguien te pregunta por eso (por ejemplo en sitios del Reino Unido), ya lo sabes.
Me han puesto mis gotas antipulgas y antigarrapatas. Casi nunca tengo una, pero si aparece una intrusa, hay que quitarla con las pinzas especiales. También he tomado antiparasitarios internos. Todo esto está anotado en mi pasaporte, junto con mi número de chip (que está en el hombro izquierdo, por si alguien quiere jugar a escáner humano).
El pasaporte se queda contigo, por si hace falta en algún momento.
Y eso es todo. Si sigues estas instrucciones, nos llevaremos estupendamente. Yo dormiré feliz, comeré con gusto, pasearé como un marqués y no te morderé ningún mueble (eso ya lo hice cuando era pequeño).
Ah, y si tienes dudas, puedes preguntarle a Papi Edu. Él sabe descifrar todos mis "yuhuuu", mis miradas de "quiero más" y mis silencios sospechosos.
¡Nos vemos en el sofá (o en la manta que le pongas encima)!
Atentamente,
Chuly, perro profesional de siestas y experto en humanos.