Day 266

Audio file

Hoy ha sido un día gris de esos que hasta el sol se esconde a jugar al escondite. Con tanto frío, mi papi y yo nos dedicamos a hacer lo que mejor se nos da en días así: ¡desplazarnos en nuestra súper camper por el mundo!

Primero, hicimos una única parada para reabastecernos... ¡en otro Lidl! Esta vez fue en un pueblito tan aburrido que ni mi olfato afilado logró retener su nombre. Pero lo más emocionante fue cuando mi papi, con una mirada traviesa, me dijo: "Chuly, te he comprado algo que te va a encantar". Yo, por supuesto, ya soñaba con montañas de chuches caninas, ¡y vaya si acertó!

El camino fue una montaña rusa: carreteras pequeñas, llenas de curvas y más curvas. Vamos, que si cierro los ojos, todavía siento que estoy dando vueltas como un trompo. Finalmente, llegamos al pueblo de Kulata, y sorpresa, ¡estábamos a un paso de la frontera con Grecia! Nuestra idea inicial era seguir hacia Macedonia del Norte, pero pensamos: "En Grecia siempre hace buen tiempo". ¡Ja! Ya os contaré cómo salió ese plan...

Primero, repostamos el coche. Aunque no cabía mucho diésel, mi papi tiene su estrategia: llenar el tanque en Bulgaria porque el combustible es más barato. Cada gota cuenta, como él dice. Luego vino la frontera. Fue un poco lento, pero cruzamos sin problemas. Nada más llegar a Grecia, tuvimos que pagar un peaje, aunque por suerte no dolió: menos de dos euros.

¿Y el buen tiempo? ¡Mentira cochina! Apenas pusimos una pata en Grecia, empezó a llover. Aún así, decidimos acercarnos al lago Kerkini, un parque nacional del que he oído maravillas. Dicen que aquí viven flamencos, búfalos de agua y más aves que en una peli de Hitchcock. Pero el mal tiempo nos jugó una mala pasada, y no vimos ni una pluma ni un reflejo del lago. ¡A ver si mañana hay más suerte!

Ahora estamos refugiados en un área de picnic que parece sacada de un catálogo de campings. Hay de todo: grifos con agua, contenedores de basura, mesas para comer y hasta aseos. Y lo mejor, ¡es gratis y estamos solos! Si no fuera por la lluvia, sería perfecto. Aunque también es cierto que aquí hace menos frío que en Bulgaria, y eso ya es un plus.

Ah, y ahora viene lo mejor del día: ¡la sorpresa de mi papi! Cuando llegamos, se puso a cocinar carne de verdad para mí. ¡Sí, sí, carne jugosa y con huesos para roer! Amigos, os lo digo con la pata en el corazón: es mil veces mejor que ese pienso seco y triste. Hoy me he sentido como un rey griego, aunque esté lloviendo.

Joan

Bonito

Añadir nuevo comentario

CAPTCHA
7 + 10 =
Resuelva este simple problema matemático y escriba la solución; por ejemplo: Para 1+3, escriba 4.