Qué día más largo. Hemos hecho 230 kilómetros en coche, por carreteras secundarias. Ya son las diez y media de la noche y acabamos de llegar a nuestro sitio de pernocta. Mientras mi papi está cenando os voy a contar un poco sobre el día de hoy.
Bueno, todo comenzó bien. Salimos del aparcamiento y fuimos en coche hasta la ciudad de Ginebra. Aparcamos y caminamos media hora hasta llegar al lago. Allí lo que llama la atención es un chorro de agua (el Jet d’Eau) que sale con muchísima fuerza de una boquilla y llega hasta más de 140 metros de altura. Guau! Hicimos un par de selfies y luego volvimos andando al coche. Aunque no hemos visto mucho, Ginebra como ciudad no me gusta demasiado. Es muy grande y hay muchísimo tráfico, y todo es muy pijo.
Desde Ginebra fuimos en coche por la orilla del lago Léman. Tenía que ser por carreteras secundarias porque mi papi se niega a pagar la pegatina de peaje que cuesta más de 40 euros. Hicimos nuestra parada de mediodía en un pueblo Allaman y luego seguimos nuestra ruta. Curiosamente de un momento al otro todo cambió de francés a alemán. Me refiero a los nombres de las calles y las tiendas etcétera.
No fue nada fácil encontrar un sitio para dormir. Es que en Suiza la pernocta libre está prohibida, y si te pillan te pueden multar por unos mil euros. Ya estaba de noche cuando pensábamos que habíamos encontrado un sitio adecuado, pero allí también había carteles de prohibición y con la amenaza de esta multa tremenda. Entonces tocó otro rato en coche.
Al final llegamos a este sitio. Parece que aquí sí se puede pernoctar, porque hay unas 6 u 8 otras cámperes. Estamos en la orilla del lago Thunersee, pero no es tan idílico porque estamos debajo de un viaducto. Bueno, al menos no nos vamos a mojar cuando llueva.
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