Day 198

Audio file

Qué emoción haber pasado la noche en nuestra casita con ruedas, junto a mi papi, aunque también echo de menos a mi tito. Tengo que confesar que al principio no conseguíamos dormir porque mis heridas todavía me estaban molestando un poquito, o incluso dos poquitos. Y mi papi, siempre está dispuesto a cuidarme cuando más lo necesito. Pero al final logramos dormir como campeones y nos despertamos como si no hubiera un mañana! Mientras yo me entregaba al maravilloso mundo de los sueños y exploraba el paisaje sonoro de los ladridos a lo lejos (pero, chicos, prometo que mantuve mi distancia de esos perros callejeros traviesos), mi papi estaba en su "modo humano", haciendo todas esas "cosas suyas" tan misteriosas.

Después de llenar mi barriguita con mi comida (el dichoso pienso que no me hace saltar de alegría, pero es lo que hay), partimos en busca de una tienda de animales para conseguir mi medicamento. No fue una tarea fácil pero como mi papi es un cazador incansable de cosas para mí, ¡final-mente triunfamos! Aunque, debo señalar, en la caja de mi medicina ponía clara-mente "gatos". ¡No sé vosotros, pero yo estoy seguro de que soy todo un perro, y además con mucha personalidad!

Luego hicimos una parada logística en el Lidl, y mi papi llenó el carrito con cosas que olían tan bien que mi nariz casi saltó de mi hocico. ¡La buena noticia es que tenemos comida para alimentar a toda la manada durante semanas!

Después pusimos rumbo por el Peloponeso, ¡pero no llegamos muy lejos! . Tras aproximada-mente 40 minutos de emocionante "viaje en lata", decidimos hacer una parada en un lugar de picnic. En teoría solo íbamos a almorzar (aunque, si me preguntan, ya era casi cena), pero mi papi decidió transformarse en el chef de la cámper y cocinar toda la comida recién comprada. Ahora, les digo, esa parte me gustó muchísimo. El olor que llenó el aire era tan delicioso que, por un momento, pensé en pedir mi propia porción. ¡Tenemos comida para sobrevivir al apocalipsis!

El tiempo voló y nuestro descanso de mediodía se convirtió en toda una aventura culinaria. A pesar de no tener las vistas más impresionantes, ni una playa de ensueño, ni montañas majestuosas, ni puestas de sol de película (de hecho, está lloviendo ahora mismo), este lugar tiene su magia tranquila. Así que, mientras yo me acomodo para seguir durmiendo y mi papi sigue ocupado con sus cosas, os envío un fuerte ¡guau! desde este rincón tranquilo en el Peloponeso.

Añadir nuevo comentario

CAPTCHA
7 + 10 =
Resuelva este simple problema matemático y escriba la solución; por ejemplo: Para 1+3, escriba 4.