Hoy pasamos el primer día en compañía de mi tito Javi, y fue un día lleno de sorpresas, risas y, por supuesto, mucha comida deliciosa. Os cuento una historia épica de un día en Kayseri, Turquía, donde la diversión y los giros inesperados fueron los protagonistas.
Nuestro día comenzó en un aparcamiento que ni siquiera ganaría un concurso de belleza para aparcamientos. Pero hey, era el lugar perfecto para una gran ciudad como Kayseri, aunque yo, personalmente, preferiría un césped mullido. Así que, mientras mi papi y mi tito Javi roncaban a pierna suelta, yo vigilaba la cámper como buen guardián peludo que soy. Pero al amanecer un par de pastores jóvenes aparecieron con su propio desfile de ovejas. ¿Quién necesita un despertador cuando tienes ovejas balando alrededor de tu cámper?
Tras este despertar ovino decidimos ir en coche al centro de Kayseri para comenzar nuestra exploración de la ciudad. Nuestro primer destino: el bazar cubierto, famoso por sus compras. Pero estaba cerrado por fumigación, y no, no era porque las alfombras tuvieran pulgas. ¡Maldita sea la mala suerte! En ese momento un hombre se nos acercó en plena calle, con esa mirada que grita "quiero venderte algo". Mi papi, nuestro experimentado líder, le dijo que las alfombras no eran su taza de té. Pero el vendedor estaba más empeñado que un perro en un hueso y nos arrastró a su almacén.
Allí comenzó la actuación: gestos exagerados, precios grandiosos y un drama digno de Hollywood para vendernos alfombras. Al final nos fuimos sin comprar nada, ¡pero nos llevamos una anécdota que contarán mis nietos caninos!
Después continuamos explorando Kayseri, una ciudad tan grande que ni yo puedo contar sus habitantes (¡no tengo pulgares para eso!). Visitamos monumentos como la muralla y un karavansaray que ahora era como un restaurante temático. Las mezquitas también estuvieron en la lista de lugares que visitamos y les puedo asegurar que no fui el único que aulló de emoción.
La hora de comer fue un capítulo aparte. Nos sentamos en un restaurante y pedimos un menú que incluía sopa y "tavuk dürüm". ¿Y qué es eso? Pues, es como el súper burrito turco, ¡una delicia para lamerse los bigotes si los tuviera! Lo mejor de todo fue el precio, ¡55 liras por cabeza, que es más barato que un ladrido en la perrera!
Finalmente nos alejamos una hora de la bulliciosa Kayseri y encontramos un lugar maravilloso en el campo para pasar la noche. ¡Guau-tastic!
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