Comenzamos el día con un despertador natural un tanto inusual: unos ruidos extraños en el cielo. Ni papi Edu ni yo pudimos entender qué estaba pasando, pero cuando salimos de la cámper, ¡zas! Nos encontramos con un espectáculo de globos aeroestáticos. Sí, esos que hacen ruido como si fueran flatulencias cósmicas. Resulta que el cielo estaba de fiesta y nos invitó a un desfile de cientos de globos calientes.
Imaginaos la escena: Papi Edu, Tito Javi y yo, parados allí, mirando hacia arriba, con la boca abierta. Los globos llenaban el cielo como pompas de jabón gigantes, y el ruido, bueno, era como si el mismísimo Zeus estuviera encendiendo fuegos artificiales en sus botas. ¡Fue un despertar más emocionante que un hueso nuevo!
Después de ese despertar de película decidimos pasar la mañana en aquel lugar con vistas que parecían sacadas de un anuncio de comida para perros gourmet. Luego fuimos al "Museo al Aire Libre de Göreme", que es como un parque de diversiones para los amantes de las rocas. Aquí hay cuevas y formaciones rocosas que parecen sacadas de un manual de "Cómo esculpir tu propio hogar prehistórico". Pero, como de costumbre, yo me quedé en la cámper para tomar mi siesta reglamentaria mientras los humanos exploraban las cuevas con todas sus iglesias.
Llegó la hora del almuerzo y encontramos un lugar con sombra y vistas al pueblo de Göreme. Este pueblo es famoso por sus casas-cueva y os diré que si alguna vez queréis esconderos del mundo, este es el lugar indicado. ¡Cuevas para todos!
Por la tarde nos dirigimos al "Castillo de Uçhisar", que es como una torre de vigilancia gigante tallada en la roca. Pero aquí decidí que los juegos de tronos no eran lo mio y dejé que los humanos subieran mientras yo cuidaba la cámper (y mis chuches).
Finalmente nos instalamos para pasar la noche, muy cerca del pueblo de Göreme y con vistas que te hacían pensar que estabas en el mismísimo cielo. ¡Capadocia nos está tratando como a auténticas estrellas de cine!
Añadir nuevo comentario